lunes, 31 de agosto de 2015

Hotel Ferrocarril: Del auge de los trenes al olvido con los indigente

Hotel Ferrocarril, fue sin duda una de las edificaciones más hermosas que tuvo Quillacollo después de la Guerra del Chaco y durante el auge del ferrocarril. Sin embargo, de ser la lujosa casa de un prestigioso abogado, pasó a los afamados días de comerciantes hasta convertirse en el refugio de indigentes.

Nadie puede precisar en qué año fue construido. “Probablemente esté desde la Guerra del Chaco, porque cuando yo nací esta casa ya estaba viejita”, recuerda el profesor Carlos Vargas, vecino y exdirector de Cultura.

Uno de sus antiguos inquilinos, Nelson Rojas, afirma que este edificio de tres niveles fue construido por el abogado Manuel Estrada, un afamado abogado orureño quien fungía como juez en Cochabamba.

“Vivía solo con su esposa, no tenían hijos”, recuerda don Nelson. “Era un edificio hermoso, con una liras en las puertas, leones moldeados a cada lado de los ventanales, un lindo detalle de fierro forjado en la punta del techo y no sé cuántas cosas más... era muy lindo”, relata la señora Rosalía Guzmán, una vecina del pueblo, al recordar que estudiantes de arquitectura y pintores se sentaban por horas para dibujar el edificio.

Al no haber herederos fue el matrimonio de Valentín Castro y Francisca Terrazas -residentes uyunenses- que compró el lugar y lo convirtió en lo que hoy es el Hotel Ferrocarril, llamado así por su proximidad con la estación ferroviaria.

“Era un hospedaje más popular, para comerciantes y estibadores”, recuerda don Hugo Santa Cruz, abogado y escritor. “Cuando algún mal marido se hacía botar de casa, le molestábamos diciendo que se vaya a hospedar al hotel Ferrocarril. Por que era muy barato”, cuenta Vargas, al señalar que en esos tiempos el precio no superaba los 50 centavos o un peso.

Ante su evidente deterioro fue en el año 1984, durante la gestión del alcalde William Lamberth, que se solicitó la expropiación para su restauración, para instalar un museo o centro cultural, sin embargo la iniciativa no tuvo eco.

La humedad ocasionada por el canal de riego que pasaba por detrás y los filtrantes de agua alrededor, fueron los que probablemente aceleraron su deterioro.

En la actualidad gran parte de esta infraestructura se ha perdido. Una de las mayores pérdidas fue el desplome del frontis donde se encontraba el balcón y los ventanales.

Sin ningún trabajo de mantenimiento, el lugar fue casi abandonado y en los últimos años, lo únicos hospedados en este hotel son indigentes que por tres bolivianos (0.40 centavos de dolar) acceden a un colchón de paja, una frazada y algunos refuerzan el abrigo con cartones.

Un pedazo de lata en una pequeña puerta de madera hace de letrero improvisado. “Alojamiento ferrocarril”, dice el letrero raspado con algún fierro o alambre.

En varias oportunidades, la Policía ha llegado al lugar ante un posible refugio de inhaladores de clefa y antisociales.

Herederos de los esposos Castro son los que continúan con la propiedad de la misma, y se conoce que los nietos que viven en España están interesados en derrumbarla y construir una clínica odontológica en su lugar.

Opiniones.

Nelson Rojas

Antiguo inquilino del hotel

Da pena verlo así, porque si lo hubieran mantenido esto hubiera seguido en pie. La construcción era muy bonita, toda de blanco y en sus esquinas habían caras de león. Tiene también un sótano que está todo abandonado hay mucha humedad. Yo pienso que fue por ese canal de riego que había antiguamente para los cultivos de la zona sur.

Hugo Santa Cruz

Abogado y escritor

El Hotel Ferrocarril y el hotel Oruro eran los únicos cerca de la Estación, porque más al centro habían otros como el Jockey Club, de una familia árabe, con algo más de prestigio y donde ahora funciona el colegio San Martín de Porres.

Es una pena que se haya perdido, en el estado en que está es casi imposible recuperarla, lamentablemente tampoco la Alcaldía pudo expropiarla.


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