domingo, 23 de febrero de 2014

En Santa Cruz hay 1.000 casas de citas; la mayoría son ilegales



Flor publica su número de teléfono celular en la página de anuncios de un diario local. Al recibir una llamada contesta con naturalidad: “¿Cómo está mi amor? Estoy en el Quinto Anillo, zona de la Cumavi, aquí te espero. La tarifa es solo de Bs 350 la hora”.

La joven de piel trigueña, contextura delgada y una estatura de 1,70 metros es trabajadora sexual. Una actividad sin control que mueve miles de bolivianos en al menos 1.000 casas de citas, lenocinios o locales nocturnos.

Cada cita, pieza o atención se paga por hora, entre Bs 150 a $us 100 (Bs 700), según el recorrido y entrevistas que realizó La Razón en la ciudad de Santa Cruz. Flor comparte con otras chicas la sala de una casa. Cuando los clientes tocan el timbre, sale a abrir un joven que invita a pasar, ofrece algo de tomar y consulta si requiere de compañía para luego convocar al grupo de mujeres para que elija.

La joven trigueña es una de las tantas mujeres que trabajan en departamentos, casas privadas, habitaciones de residenciales y alojamientos, lo que ha generado la preocupación de organismos de defensa de los derechos de la mujer y de las mismas autoridades municipales.

Control. La vicepresidenta de la Organización Nacional de Activistas por la Emancipación de la Mujer, Verónica Pérez, informó que estos negocios dejan utilidades que pueden superar los Bs 20.000 en un día.

Aunque siempre hubo este tipo de actividad, la novedad radica ahora en que cada vez son más las mujeres que en lugar de trabajar en las calles, rotondas o los clubes nocturnos, prefieren ofrecer sus servicios en viviendas particulares o alquilar departamentos para realizar su actividad de forma independiente, fuera del control de los dueños de locales nocturnos o night clubs.

“En un lenocinio había 50 chicas y por cada pieza que hacían dejaban para la casa Bs 50; ahora cada una de ellas al menos atiende a ocho clientes por día, entonces la recaudación diaria asciende a Bs 20.000”, explicó.

Las ganancias varían según el tamaño de la vivienda, los ambientes que tiene, el número de chicas y los precios; pero cada día, como señaló la activistas, llegan nuevas muchachas a los locales u otras abren sus propios negocios en departamentos o alojamientos de la capital oriental.

Los night clubs, donde se ofrecen shows con desnudistas, han dado paso a locales de menor costo pero con mayor actividad. Son locales que se camuflan como si fueran whiskerías o discotecas, solo que además de música y bebidas alcohólicas también ofrecen servicios sexuales. En estos sitios tampoco hay control municipal ni sanitario, aunque sus propietarios aseguran que tienen los permisos respectivos.

Otra de las características es la publicidad, los avisos en periódicos superan al menos las 200 ofertas diarias. También se reparten volantes en las calles más concurridas y las redes sociales (Facebook, Instagram, Twitter) sirven de puente para los contactos privados, sin intermediarios.

Los focos de color rojo en las puertas ya no son señales de que adentro hay jóvenes que ofrecen “un momento de amor y compañía” (como señalan, generalmente, los panfletos y anuncios en periódicos). Hoy los lugares de citas sexuales son en su mayoría casas con números grandes de neón en las paredes y puertas o colores visibles que resaltan a la vista de los clientes.

El director de Recaudaciones y Gestión Catastral de la Alcaldía de Santa Cruz, Ángel Joaquín Crapuzzi, confirmó a este medio que en la ciudad operan al menos 1.000 centros de prostitución y se calcula que otros 150 “tendrían” autorización. La mayoría son ilegales, ya que no tienen control municipal ni sanitario.

Funcionamiento. En este negocio además hay establecimientos que funcionan de manera legal y cuentan con la autorización edil, pero la mayoría, como subrayó Crapuzzi, operan clandestinamente en ambientes de viviendas particulares, residenciales y alojamientos. Es decir, son camuflados en estos sitios donde igual se expenden bebidas alcohólicas.

Según la Organización de Trabajadoras Nocturnas (OTN), sus afiliadas son 50.000 en el territorio nacional, solo en Santa Cruz estaría la mitad. En cada vivienda, de acuerdo con estimaciones oficiales, suele haber entre 5 y 50 mujeres.

En una de las casas en la avenida Cumavi y Quinto Anillo, las jóvenes esperan sentadas en un largo sofá la llegada de los clientes. Todas cumplen un protocolo, llega el visitante, elige a una de las muchachas, se queda en el precio, se cancela con anticipación y luego del servicio, el cliente puede quedarse a beber algunos tragos (a un costo mínimo de Bs 30 el vaso).

Hay centros o casas de citas que funcionan las 24 horas del día, o sea, la noche ya no es el momento exclusivo para esta actividad. Una residencia privada de la avenida Virgen de Cotoca y Tercer Anillo es del tipo de centros que atiende toda la jornada y las chicas trabajan por turnos. En estos lugares, además del servicio sexual, los locales tienen karaoke, pequeñas pistas de baile y variedad de bebidas alcohólicas, como si funcionaran como discotecas.

Las cifras de esta actividad

Afiliación

La OTN cuenta con 50.000 afiliadas en el país, el 80% trabaja en centros nocturnos y tiene relación laboral con un empleador; el 20% restante es el que trabaja de forma particular.

Edades

La entidad asegura que en el país hay trabajadoras sexuales de entre 18 y 65 años de edad, por ello plantea la necesidad de una jubilación con la regularización de la actividad.

Boliches funcionan en casas privadas

Katherine lleva un vestido de color rojo y es una de las más activas de la casa de citas situada en la avenida Virgen de Cotoca y Tercer Anillo. A tres horas de haber empezado su jornada, ya había sido visitada por dos hombres. Por cada hora cobra Bs 250 y del total, Bs 50 son para la dueña del local. En noches con mayor actividad gana hasta Bs 1.000. En la vivienda trabajan al menos 15 jóvenes de entre 20 y 30 años.

Perla, de 25 años, recuerda que incursionó en el trabajo hace un año atrás. Relata que todo fue por curiosidad. “Había leído y escuchado en la escuela que la prostitución era mala, y ahora estoy inmersa en ella”, señala. Una vez una compañera de un instituto le contó sobre la actividad.

“Fue una noche cuando decidí acompañar a mi amiga a una casa donde ella trabajaba. En eso un hombre ingresó y me preguntó cuánto cobraba y mi compañera me animó a aceptar. El cliente me pagó Bs 300, fue así que empecé”. La joven no se queja, asegura que gana más que un profesional y puede comprar lo que quiera sin control alguno. “Elegí esta vida y así sigo”.

Ganancias. Dayana es una rubia de estatura mediana y relata que está en la actividad desde hace cuatro años. “Es una forma de ganar dinero fácil, primero disfruto de cada una de las intimidades y encima me pagan, qué más puedo pedir. A ello hay que sumarle la comisión que me dan por la venta de cerveza o trago”.

En este tipo de casas, las chicas trabajan casi durante toda la jornada; cuando no están atendiendo a los clientes, escuchan música o hacen ejercicios para conservar la figura, como asegura Dayana. “Yo tengo pacientes fijos que vienen entre dos y tres veces al mes. Hay días que puedo llegar a ganar hasta Bs 1.500”, concluye la mujer de esta casa de citas.

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